Die Seidentrasse: Valencia y la seda

El origen de la ruta de la seda, así como el cultivo de la morera blanca y la confección de este tejido, reside en Oriente. En la práctica, la ruta de la seda es una red de caminos que unen oriente y occidente, tanto por tierra como por mar, el periodo de máximo esplendor de la ruta terrestre está entre los siglos II a. C y XVI d. C., sin embargo la riqueza de la ruta también radica en todo el intercambio cultural que la nutrió durante siglos y que hasta hoy sigue vivo. La denominación de esta ruta es de origen alemán y se la debemos a Ferdinand Von Richtofen, geógrafo que estudió la manera de conectar oriente y occidente mediante una ruta de ferrocarriles que justamente utilizaba los antiguos caminos de la ruta de la seda. Esta red de caminos, que ha conectado durante siglos a culturas muy distantes y diferentes, ha supuesto una gran riqueza en las comunicaciones y una gran contribución a la cultura global.

Merece una mención especial Eva Tobalina, cuyas sesiones impartidas sobre la ruta de la seda han sido muy ilustrativas y a la que le tengo que expresar un infinito agradecimiento por la cantidad de conocimientos sintetizados y bien cohesionados que me han servido de mucha ayuda para entender este apasionante tema. Creo que su trabajo puede ser una buena ampliación para cualquier persona interesada. También tengo que hacer mención a Germán Navarro Espinach, cuyas investigaciones me han servido de mucho para poder entender la importancia del gremio sedero valenciano y que han dado lugar a que pueda resumir y sintetizar en este post la importancia del mismo.

La seda es un material lujoso que ha atraído la atención a lo largo de muchos siglos, se le atribuían cualidades mágicas y además era un símbolo de estatus y distinción, este material era ya muy codiciado para la civilización romana, que gastaba un presupuesto enorme en la adquisición de este producto. El secreto de cómo cultivarla también era un conocimiento muy codiciado. La mejor seda, tradicionalmente provenía de gusanos alimentados de hojas de morera blanca que crecían en la provincia de Shangdong y donde se tienen documentados grandes talleres de seda.

La ruta terrestre de la seda conectaba con la ruta marítima de la seda en Constantinopla y en Alejandría, y es a través de la ruta marítima por la que llegan a occidente las mercancías tan preciosas como lo son en primer lugar la seda, pero también la porcelana, el papel y la laca. La ruta marítima tiene tres puertos relevantes en el mediterráneo: Venecia, Roma y Valencia. Cuando se hace referencia a la ruta marítima se piensa mucho antes en aquellas rutas que conectan Asia con Occidente por mar, y por esto en este post le daremos importancia a Valencia como ciudad de la seda. Esta ciudad tiene importancia porque su localización es estratégica ya que históricamente ha sido un puerto comercial clave en el Mediterráneo occidental y ha actuado como puente entre Oriente y Occidente facilitando la entrada de productos de lujo como la seda, especias, porcelana y otros bienes procedentes de Asia a través de rutas marítimas y terrestres conectadas con el norte de África y con Italia.

Valencia además también tiene una tradición sedera que se arraiga en la Edad Media y por la cual se desarrolló una industria textil sedera muy potente llegando a poseer más de 5000 telares. La coexistencia de diferentes civilizaciones (islámica, judía y cristiana) contribuyó también al intercambio cultural y esto ayudó a desarrollar un ambiente de innovación artística, científica y comercial.

En el siglo XIII tras la conquista cristiana de la ciudad de Valencia, artesanos musulmanes continuaron elaborando tejidos de oro y seda o algunos tejidos típicos de la indumentaria femenina (almagels y alquilas). Este trabajo fue pasando de padres a hijos por artesanos judeoconversos. Se sabe que a finales del siglo XV mas de 120 de estos artesanos fueron procesados por el tribunal de la inquisición y además en las ordenanzas de 1491 en el capitulo 10 se establece el cristianismo como factor identitario de este oficio prohibiéndolo a otros que no se acogiesen al culto, véase «infieles». (Navarro Espinach 2016. P. 46 y 47) Fue sin embargo, la inmigración de Genoveses la que trajo a Valencia el tejido del vellut, o terciopelo y dio lugar al gremio de Art del Velluters consagrado a San Jerónimo. En Venecia incluso, había un gremio homónimo llamado Arte dei Vellutai.

En 1479 Fernando el Católico concedió un privilegio real a favor del gremio de Velluters y posteriormente en 1604 fue confirmado y reproducido por Felipe III. La cofradía del Art dels Velluters fundada en 1677 bajo la advocación de San Jerónimo se erige como una de las asociaciones gremiales más poderosas sobre todo durante los siglos XVII y XVIII que centralizaban toda la producción sedera del reino de Valencia. El auge del oficio sedero estaba conduciendo a que ciertos maestros acaparasen un gran número de telares influyendo en el empobrecimiento de otros artesanos, por ello una de las labores de la cofradía es limitar inicialmente el número de telares a cuatro por maestro, aunque posteriormente en las ordenanzas municipales se amplía a cinco telares. (Navarro Espinach 2016, P. 32 y 33)

Carlos II en 1686 vuelve a ratificar este privilegio real, concedido en primera instancia por Fernando el Católico y es a partir de este momento cuando el gremio pasa a considerarse un colegio mayor y una institución a través de la cual se regula toda la actividad sedera. (Navarro Espinach 2017, P. 7 y 11.) El trabajo que desarrollaba este gremio fue especialmente importante en el siglo XVIII cuando además se comenzó a institucionalizar el acceso al gremio elevando los requisitos de acceso.

Las reuniones de la cofradía se hacían inicialmente en el hogar de algún componente, más tarde adquirieron un edificio que se situaba donde actualmente se encuentra la parroquia de San Martín y posteriormente a finales del siglo XV cambiaron su ubicación por la del edificio de la calle Hospital donde se ubica actualmente el Museo de la Seda de Valencia. También a finales de este mismo siglo se construye la Lonja de de la Seda, edificio en el que se ejecutaban las transacciones comerciales tanto de esta mercancía como de otras. Este edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996 es una muestra del gótico civil valenciano que se inspira en la Lonja de Palma de Mallorca y sustituye a la anterior Lonja del Aceite, situada detrás de la actual.

A finales del siglo XVII se endurecieron los requisitos de acceso al gremio, lo que conllevó a mermar la capacidad de atracción de nuevos artesanos al Colegio Mayor del Arte de la Seda respecto a la que había tenido el gremio de Velluters, de hecho se prestaba atención a la procedencia de los nuevos ingresos dandole más posibilidades a aquellos que procedían del Reino. Se denota una endogamia del sector profesional, ya que aquellos que eran foráneos procedían de Aragón y dispersamente de localidades castellano-manchegas. (Franch Benavent, 2014 Pp. 41-67)

A partir de 1720 las modalidades de examen más dominantes fueron las de damasco y terciopelo. Merece mención la trayectoria de Lorenzo Tamarit cuyos orígenes sociales eran muy modestos y que alcanzó el estatus de maestro considerablemente rápido para los tiempos medios en los que el alumnado tardaba en hacerlo, además durante tres generaciones la familia logró traspasar el estatus de artesanado al de la nobleza. (Franch Benavent 2014 Pp. 41-67)

En las ordenanzas del 16 de abril de 1722 se hacen mayores atribuciones al Colegio de la Seda ampliando su jurisdicción, por ello las restantes localidades que disponían de una corporación propia, se vieron obligadas a adoptar los patrones de manufactura estipulados por la institución. En 1736 se reforman dichas ordenanzas para poder combatir el fraude y la mala calidad de la producción, lo que obligó a los artesanos de todo el Reino a seguir los patrones de calidad previstos en las ordenanzas de 1684, que en Valencia se publicaron por primera vez en 1728.

Los distintos tipos de tejidos son: el damasco, el raso, el brocado, el espolín, el terciopelo, el tisú, el tafetán y el moaré. El damasco que es el más antiguo, está hecho con seda en la urdimbre y en la trama trazando algún dibujo particular y es normalmente monocromo o bícromo. El raso es similar al damasco pero tiene un aspecto más liso y brillante. El brocado por otro lado, traza normalmente un dibujo monocromo y está enriquecido con hilo de plata u oro.

El espolín traza un dibujo polícromo generalmente y además se enriquece con hilo de oro o plata, incluso ambos. El terciopelo está realizado con seda del mismo color en la trama y la urdimbre sin embargo la dificultad de este tejido radica en que el tercer hilo debe cortarse a lo largo para que se produzca en el tejido el pelo característico. El modo de ejecutar esto es mediante unas varillas que se introducen en la trama para que el hilo se levante y posteriormente se corta con la taellerola, una cuchilla fina.

En el tisú, tanto la urdimbre como la trama se realizan con hilo de oro o plata. Es una tela muy pesada y lujosa que se utilizaba solamente para vestidos litúrgicos. El tafetán por su parte es una tela de aspecto menos brillante que otras sedas. El moaré es una tela más ligera, de un solo color que forma ondas, lo cual se consigue ejerciendo presión situando la tela entre dos cilindros metálicos de forma que los hilos queden tejidos de forma ladeada creando dicho efecto.

Valencia además de su importancia por la actividad sedera que arraiga en la Edad Media, en 2016 se incluyo en la Red de Ciudades de la Ruta de la Seda de la UNESCO a partir de un informe presentado por la Universitat de València, que es miembro de la OMT, en esta búsqueda por reconocer el intercambio cultural y económico entre Asia y Europa y actualmente participa en iniciativas de turismo, cultura y comercio relacionadas con este patrimonio común. Por otro lado, la Fundación del Colegio del Arte Mayor de la Seda realiza iniciativas para la investigación, la promoción y la difusión de este arte y de sus artesanos, así como de iniciativas culturales en torno a este tema.

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